domingo, 26 de diciembre de 2010

La familia como eje modelador

La  personalidad se desarrolla a raíz del  proneso de socialización, en la que el niño asimila las  actirudes, valores y costumbres de la sociedad. Y los padres son los encargados de contribuir en esta labor, a través de su  amor y cuidados, de la figura de identificación que son para los niños (son agentes activos de socialización). Es decir, la vida familiar es la primera escuela de aprendizaje emocional. También influye en mayor número de experiencias del niño, repercutiendo éstas en el desarrollo de su personalidad. De tal manera que los padres contribuyen al desarrollo de la cognición social de sus hijos al motivar, controlar y corregir la mayor parte de sus experiencias.
Partiendo del hecho de que los padres son el principal modelo de imitación de los hijos, lo ideal es que, como padres, empecemos a entrenar y ejercitar nuestra propia Inteligencia Emocional para que a la vez, nuestros hijos adquieran dichos hábitos en su relación intrafamiliar. 
Si  analizamos esta regla podemos obtener cinco principios en la relación emocional Padres e Hijos:
1.   Sea consciente de sus propios sentimientos y el de sus hijos.
2.   Muestre empatía y comprenda los puntos de vista de sus hijos
3.  Haga frente de forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta de sus hijos y regúlelos permanentemente. Recuerde que los niños aprenden inicialmente por medio del ensayo error o la repetición constante de las reglas de interrelación social.
4. Plantéese conjuntamente con sus hijos objetivos positivos y trace proyectos de vida con alternativas reales para alcanzarlos
5.  Utilice las dotes familiares y sociales positivas a la hora de manejar sus relaciones con sus hijos. Insistimos, los niños aprenden de manera repetitiva y por medio del ensayo-error.
Estos cinco principios son básicamente los cinco componentes de la Inteligencia Emocional.

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